Hay momentos presentes en los que estamos desbordados, agotados y no podemos más. Hay momentos en los que colapsamos, explotamos o no sabemos por dónde tirar. Hay momentos en los que nuestros pensamientos nos hacen daño, nuestras emociones son demasiado intensas o prácticamente inexistentes. Hay momentos en los que ciertas cosas que hacemos (o nos hacen) nos provocan dolor. También hay momentos presentes en los que nuestro pasado reaparece, condicionando nuestra vida, anclándonos a un patrón, dolor o sufrimiento que querríamos dejar ir.
La terapia individual se inicia por muchos motivos, si bien el objetivo siempre es el mismo, mejorar la calidad de vida, aflojar los nudos emocionales que arrastramos muchas veces sin darnos cuenta y aprender habilidades que nos permitan avanzar. Es este espacio terapéutico trabajaremos con los recuerdos, las emociones, los pensamientos, las conductas, las creencias acerca de uno mismo y las sensaciones físicas que nos acompañan. Poco a poco iremos trazando un mapa de los acontecimientos que han ido dejando huella de una manera disfuncional, es decir, que no nos dejan disfrutar plenamente del presente, que nos dificultan vincularnos a las demás personas o que nos hacen repetir patrones perjudiciales. Trabajaremos para integrar esos acontecimientos en una red de memoria adaptativa, donde podamos recordarlos sin que nos causen dolor o interfieran con el momento actual/presente.
Si fuera necesario, también aprenderíamos habilidades específicas que nos ayudasen a tolerar el malestar emocional que sentimos en momentos de desbordamiento, diversas formas de regular las emociones sin recurrir a conductas que puedan dañarnos de algún modo, o habilidades para mejorar las relaciones interpersonales. En sesión iremos viendo qué necesidades aparecen y cómo ir abordándolas a un ritmo donde ambas partes nos sintamos cómodas, en un espacio seguro y comprensivo.
