Hay momentos en los que no nos apetece mantener relaciones sexuales con otras personas, aunque pueda apetecernos mucho la intimidad y sintamos amor. Hay momentos en los que puede que utilicemos el sexo o cualquiera de sus manifestaciones como una huida de nuestra realidad, dañándonos a nosotros mismos o a las personas implicadas. Hay momentos en los que quizás necesitemos el sexo para regular o justificar las emociones que sentimos, y que cada vez esta vía de escape sea menos efectiva y necesitemos más y más. Hay momentos en los que puede apetecernos mucho tener relaciones, incluso sentir un profundo deseo, pero que no podamos llevar a disfrutarlas por dificultades en el proceso.
La terapia se inicia por muchas razones, a veces somos nosotros mismos los que solicitamos ayuda, otras veces nos hemos visto forzados a hacerlo por nuestra pareja. A veces, es mejor abordar la situación en terapia individual, y otras en terapia de pareja.
Sea cual sea el formato de terapia, es importante comprender que la experiencia sexual de las personas no puede desvincularse de su historia vital, y requiere una mirada especializada para comprender qué está sucediendo y poder repararlo.