Hay momentos en los que nuestros hijos son una fuente inagotable de felicidad. Hay momentos en los que nuestros hijos son una fuente inagotable de cansancio. Hay momentos en los que podemos sentirnos desbordados, perdidos o retados por los múltiples desafíos que tenemos que enfrentar.
Cuando tenemos hijos tendemos a seguir el camino de crianza que llevaron nuestros padres, y esto es relativamente sencillo porque lo tenemos interiorizado. Pero, ¿qué pasa si la crianza que hemos recibido no es la que queremos darle a nuestros hijos, o si nuestros hijos tienen unas necesidades diferentes a las nuestras? En estos casos tendremos que tomar consciencia de la manera en la que fuimos educados y, desde ese punto, trazar nuestra propia ruta. En sesión iremos comprendiendo a nuestros hijos según su momento evolutivo, desarrollaremos estrategias para acercarnos a ellos y formar parte de su mundo emocional, veremos cómo establecer unos buenos límites para que se sientan seguros y con espacio para explorar.
En ocasiones, la dificultad de vincularnos con nuestros hijos o de cambiar patrones que no nos gustan se debe a nuestras propias experiencias vitales. Si fuera el caso, trabajaríamos con esas experiencias para desarrollar una parentalidad en la que nos sintamos cómodos, competentes y comprometidos. El proceso terapéutico nos ayudará a crear un ambiente emocionalmente seguro y estable para nuestros hijos, para que puedan desarrollar todo su potencial a través del respeto, la empatía y la comunicación.